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Calidad en los aceites esenciales ecológicos

por administrador

Juana Aparicio

Terapeuta especialista en aceites esenciales.

Vamos a profundizar en la calidad de los aceites vegetales. Cada vez es más fácil encontrar aceites esenciales en cualquier lugar de España. En Europa existe desde hace tiempo la cultura de los aceites esenciales, especialmente en Francia y Bélgica; la escuela inglesa también tiene historia y los esenciales italianos obtenidos a partir de sus cítricos siempre han estado muy valorados. 

Hoy hay mayor competencia entre laboratorios; las empresas que se aprovecharon de la falta de rivalidad y del poco conocimiento en la materia de la población en general y que ofrecían productos sin el debido control y en ocasiones con un precio desorbitado, ya no tienen la práctica exclusiva de antes, aunque aún queda camino por recorrer. Se acabaron los tiempos en los que había que pedir por correo los productos de calidad europeos por mediación de algunas farmacias, en general catalanas

Lo primero que debemos tener presente cuando nos acercamos al uso de los aceites esenciales, en cualquiera de sus múltiples facetas, es que sean naturales, sin moléculas sintéticas en su composición. Dentro de esta categoría, se distinguen también los ecológicos, cuando la planta aromática no ha sido tratada con pesticidas ni otras sustancias artificiales, ni ha sufrido alteraciones genéticas.

La importancia de que la planta aromática provenga de un cultivo ecológico es enorme, ya que, al destilarla para la obtención del esencial, en el producto no estarán presentes moléculas provenientes de las sustancias utilizadas en un cultivo no ecológico y que pueden ser tóxicas por sí mismas en algunos casos, e interferir en la sinergia propia de los componentes del aceite esencial.

¿Qué significa esto? Los aceites esenciales están compuestos por un gran número de moléculas distintas (en algunos casos casi 300), de las que se identifican actualmente casi todas; se ha comprobado que para que un esencial tenga las propiedades que se le atribuyen debe estar completo en su composición, pues las moléculas se potencian entre ellas, dando lugar a la denominada sinergia: si faltan algunas (como después trataremos), o si hay presencia de otras, como en el caso de que el cultivo de procedencia no fuera ecológico, no puede asegurarse la acción del aceite esencial, e incluso podrían aparecer reacciones adversas, especialmente procesos alérgicos.

¿QUÉ TIPO DE ACITES ESENCIALES ECOLÓGICOS PODEMOS ENCONTRAR EN EL MERCADO?

Ojalá que todos los esenciales que encontramos en los diversos puntos de venta fueran naturales, sobre los que no nos cansaremos de insistir en que deben ser los únicos a utilizar, especialmente si provienen de cultivo ecológico, pero no es así.

Existen estos otros tipos:

Adulterados:

   -A: Naturales: Se añade un aceite esencial parecido, más económico. Por ejemplo, el de geranio o palmarrosa al aceite esencial de rosa.

      -B: Químicos: Se añade algún tipo de esencia química. Por ejemplo, rosenol al aceite esencial de rosa.

Reconstituidos: Se parte de los componentes de otro aceite esencial para llegar a uno más caro. Por ejemplo, con el citronelol procedente del aceite de citronella más el geraniol presente en el de geranio más el nerol del petitgrain, se puede copiar el aceite esencial de rosa.

Sintéticos: Creados totalmente en laboratorio a imitación de los naturales. Son mucho peores y menos saludables, provocando distintos tipos de problemas a lo largo del tiempo.

En principio, los laboratorios están obligados a informar a qué categoría de las anteriores corresponden sus aceites esenciales

Como en todos los demás productos, la etiqueta en los aceites esenciales debe darnos la información necesaria para conocer su calidad. Sobre todo para personas que se acaban de iniciar en este campo, es a menudo la única ayuda (además de las referencias recabadas en cursos y publicaciones fiables) para decidir si adquirir un esencial determinado de un laboratorio u otro.

Si en la etiqueta no figura el término “aceite esencial” o “aceite esencial puro”, especificando que el producto es auténtico, es probable que no lo sea. Cuando en la etiqueta sólo se indica “aceite” o “perfume” o “aceite perfumado de…”, lo más probable es que se trate de una mezcla de aceites sintéticos. Así mismo, es fundamental que se especifiquen otros dos datos importantes:

-Denominación científica de la planta, en la que deben aparecer el nombre, en latín, del género y la especie botánica a la que pertenece la planta de la que se ha extraído el aceite esencial, así como su familia. La variedad indica el rango entre subespecies y forma. Ej.: Citrus aurantinum var. Amara, naranjo variedad amarga, del que se obtiene un aceite esencial distinto al del naranjo dulce.

Si la planta se ha obtenido por hibridación, es decir, por el cruce de distintas variedades o especies, debe indicarse con una x (por ejemplo, Mentha x piperita).

-Quimiotipo: Se emplea para definir bioquímicamente un aceite esencial y se abrevia qt., seguido del componente que lo describe, que variará con las condiciones climáticas y de cultivo (según estas, estará presente en mayor cantidad una sustancia u otra, aunque el aceite esencial provenga de la misma especie botánica) y que condicionará la actividad del producto (debida a la sinergia originada por el conjunto de las moléculas presentes en el aceite esencial).

CONCLUSIÓN

No es necesario tener conocimientos científicos para reconocer un aceite esencial de calidad; aunque no se sepan los nombres en latín de las plantas, o la denominación de la molécula química dominante en ese producto (que con el uso se irá aprendiendo); al menos su presencia en la etiqueta dará los suficientes argumentos para arriesgarse a conocer un producto de un nuevo laboratorio. No es extraño, de todas formas, equivocarse alguna vez, puesto que hay muchos en el mercado. El método “ensayo-error” no debe desestimarse.

Merece la pena seleccionar siempre los mejores aceites esenciales, naturales, ecológicos, que tratarán con respeto nuestro organismo y que merecen el nuestro al mismo tiempo,  por el esfuerzo que la planta aromática ha hecho en su producción, y por el buen hacer de aquellas empresas que hacen su trabajo  de manera correcta.