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Efectos emocionales de los aceites esenciales

por administrador

Juana Aparicio

Terapeuta especialista en aceites esenciales.

Todos conocemos los efectos emocionales de los aceites esenciales. La sensación de bienestar y la relajación que nos aporta el aroma de la lavanda, la sensualidad que guarda el olor de la canela, la alegre fragancia de los cítricos. Y es que las plantas aromáticas, y su “alma destilada” (los aceites esenciales) nos siguen siendo útiles más allá de la medicina y de la cosmética. Campos en los que son de enorme importancia; pueden ayudar a conciliar el sueño o, por el contrario, a despejarnos en la fatiga, ayudar en los estudios y contribuir a la resolución de traumas emocionales como coadyuvantes de primera categoría en procesos guiados por profesionales de la Psicología.

Los efectos emocionales de los aceites esenciales es uno de los más interesantes de esta disciplina. Desde hace unos años se está desarrollando la psicoaromaterapia, disciplina basada en la elección por parte del profesional de los aceites esenciales adecuados para el paciente y acompañarle en su camino hacia su restablecimiento y control, si no eliminación, de los traumas que puedan aquejarle. Dichos aceites esenciales deberán ir cambiando según se avance en la terapia.

La psicoaromaterapia es una disciplina basada en la elección por parte del profesional de los aceites esenciales adecuados para el paciente y acompañarle en su camino hacia su restablecimiento y control, si no eliminación, de los traumas que puedan aquejarle.

Asimismo se están utilizando los esenciales en cuidados paliativos. Son cada vez más interesantes las experiencias que se llevan a cabo por profesionales sanitarios interesados en este tema y que pretenden mejorar los últimos momentos de pacientes terminales. Así como ayudar también a los familiares y cuidadores en este trance. 

¿Por qué es posible todo esto?

Los efectos emocionales de los aceites esenciales son muy variados. Cuando inhalamos aceites esenciales, sus moléculas se transportan hacia los bronquios, como cualquier otra sustancia inhalada, y también, por otra parte, las moléculas volátiles responsables de los olores, viajarán desde la nariz al bulbo olfatorio, y de allí al sistema límbico. Las funciones de este están relacionadas con el aprendizaje y el control de las emociones básicas como el miedo, o la supervivencia.

Aquí también se guardan recuerdos muy profundos, en ocasiones asociados a experiencias traumáticas. Bien sabido es que la memoria olfativa es muy potente y que, generalmente, asociamos los olores con algún recuerdo o emoción personal, Por esta razón cada aroma nos producirá distintas sensaciones a cada uno y este es el motivo por el cual el uso de los aceites esenciales siempre debe ser individualizado. Este es el inicio de la Psicoaromaterapia, mencionada más arriba, en la que los aromas bien elegidos pueden llegar hasta los últimos cajones en los que se guardaron un día las experiencias que no se quieren recordar. Estas experiencias siguen dañando a la persona en su día a día y actuar como llaves para abrir dichos espacios estancos que el profesional podrá analizar y tratar.

Por otra parte, los aceites esenciales pueden reforzar el aprendizaje en el contexto del refuerzo positivo, asociando cada materia a un olor que le resulte agradable a la persona, y la percepción de dichos olores ayudará a recordar la materia en cuestión. Este hecho es muy interesante y se utiliza en casos de estudiantes con déficit de atención. Se ha comprobado que la difusión de determinados aceites esenciales en las aulas, como el de limón, ayuda a la concentración y mejora en los resultados en los exámenes.

El uso de los olores puede ayudar también a recuperar recuerdos después de un coma y, también, en casos de Alzheimer, especialmente aquellos relacionados con las emociones, y a facilitar nuevos caminos neuronales que aumenten las capacidades de alerta y de  orientación.

Estos efectos se deben, como ocurre en medicina y en cosmética, a la compleja y completa composición química de los esenciales. Como ya indicamos en artículos anteriores, es de vital importancia que se utilicen siempre esenciales de primera calidad, puros y de origen ecológico. Esto garantiza la inexistencia de reacciones adversas (si se conocen bien) y la consecución de la acción deseada (imprescindible que el esencial no haya sido manipulado), ya que el producto debe estar completo, con todas sus moléculas constituyentes.

A modo de ejemplo, citaremos algunas moléculas con acción relajante. Por ejemplo los ésteres, que además son antiespasmódicos, como por ejemplo el acetato de linalilo, presente en el esencial de lavanda, de bergamota o de mejorana; los aldehídos terpénicos, responsables también en gran parte del olor agradable de los esenciales, como el citral, presente en el de limón; los éteres, que además tienen una relevante acción en la prevención de alergias, como el metil-chavicol presente en el esencial de albahaca. Hay otras moléculas con acción estimulante, muy útil en casos de astenia, o fatiga, tanto intelectual como física; es el caso de los alcoholes, como el linalol y el geraniol, presentes en los esenciales de tomillo o de menta, por ejemplo.

Se están llevando a cabo experiencias con aceites esenciales en cuidados paliativos, tanto en América latina como en Europa. Madeleine Kerkhof, es una enfermera holandesa que está encargada del programa de cuidados paliativos de su país, y lleva muchos años ayudando a las personas en sus últimos momentos, y también a sus acompañantes y familiares. Según su experiencia, para la elección correcta de los esenciales en este aspecto, el profesional debe fijarse en la persona, no en el diagnóstico. Como he referido más arriba, así como en todas las ocasiones en las que me remito al uso de los esenciales, la interacción de cada individuo con cada aceite esencial es única, ligada a la propia experiencia emocional y también a las propias características fisiológicas (tensión, biorritmo, situación hormonal, etc.).

En la última etapa de la vida se puede mejorar el bienestar de las personas, tratando algunas dolencias tanto como físicas como emocionales, con dosificaciones inferiores a las utilizadas en otros casos. Por ejemplo, se puede aplicar una gota de aceite esencial de rosa diluida en aceite vegetal de jojoba debajo de la nariz, o también masajear con ello las manos del paciente. A los acompañantes también se les puede ayudar a pasar este trance, pero siempre dando prioridad al bienestar del paciente si se trata de difusiones en la habitación.

La inhalación es uno de los métodos más seguros para la administración de aceites esenciales, excepto en casos de epilepsia, ya que en algunos de ellos existen moléculas con efecto estimulante sobre el sistema nervioso central y se podría facilitar el desencadenamiento de una crisis. También debe tenerse especial cuidado en asmáticos, en niños y en embarazadas, eligiendo adecuadamente el esencial a utilizar así como su dosis. 

Existen varios métodos de inhalación

Existen varios métodos de inhalación: difusores en seco, humidificadores, pañuelos o medallones impregnados, ambientadores y, de forma muy especial, perfumes.  La perfumería proporciona una manera agradable de utilizar los aceites esenciales. Podemos elaborar una composición olorosa acorde a nuestros gustos, personal, y que al mismo tiempo nos ayude en algún aspecto, ya sea de salud (protección frente enfermedades contagiosas,  hipotensión, hipertensión…) o en el ámbito que nos ocupa hoy: las emociones.

Una vez seleccionado el esencial se pueden incorporar a una mezcla de agua y alcohol a la que se añade en principio 1 gota de aceite esencial por cada 10 ml de portador (después se podrá añadir más cantidad), se remueve y se deja reposar en un lugar fresco y oscuro durante al menos 15 días. 

Pueden prepararse también en aceites vegetales, añadiendo en este caso una parte de la mezcla de esenciales elegida por cada tres de aceite vegetal (es recomendable el de jojoba, o el de nuez de albaricoque) y proceder como el caso anterior.

De esta forma podemos prepararnos una composición que nos ayude a relajarnos (con bergamota, incienso, lavanda, melisa, pachuli, pomelo, sándalo, vetiver, entre otros) o estimular la actividad (ajedrea, clavo, elemí, jengibre, menta, romero, tomillo, entre otros), o potenciar la sensualidad, con los esenciales de canela, jazmín, neroli, rosa, ylang-ylang.

Los aceites esenciales también se usan mucho es cosmética. AQUÍ te enseñamos cómo.

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